miércoles, 16 de mayo de 2012

Otoño majestuoso

        No hay estación del año más hermosa que el otoño con sus colores soñados, al menos para mí.   Los bosques cercanos al lugar donde vivo suelen vestirse en esta época del año con rojos, anaranjados, amarillos, marrones de las más diversas tonalidades para que ante el ojo humano sean un deleite.
         El túnel que se ve en las imágenes se llama "Túnel las Raíces" y es toda una obra de ingeniería construida entre 1930 y 1940.  La idea del proyecto era poner en marcha  un tren bioceánico que uniría los puertos de Talcahuano, en Chile y el de Bahía Blanca, en Argentina, lo cual no se llevó a cabo, quedando inconcluso. Finalmente, el túnel fue utilizado por el ramal ferroviario chileno que unía el pequeño pueblo de Púa  y Lonquimay, en plena pre-cordillera de la Región de la Araucanía.  Cuando dejó de funcionar el servicio de trenes por este sector, el túnel se convirtió en una importante vía para la circulación de vehículos y, además, en un atractivo turístico.
        Hace unos años atrás fue sometido a una remodelación: se sacaron los rieles de tren, se pavimentó, se colocaron luminarias en su interior y semáforos en ambos ingresos.
        En su momento fue el túnel más largo de Sudamérica con 4.528 metros de longitud.
  

jueves, 3 de mayo de 2012

El Salto de la Princesa


                El Salto de la Princesa es un hermoso lugar a pocos minutos de donde vivo y lo acompaña una leyenda, como tantas que abundan en esta tierra generosa...
                Cuenta la historia que en la época en que los mapuches habitaban estas latitudes había un cacique de nombre Huillical que  quería tener un caballo, animal que era privilegio de los españoles, quienes llegaron a conquistar esta zona.   Esto se transformó en su obsesión y debía ser blanco y a aquel que se lo trajera prometió en recompensa a su hermosa hija Rayén.
                Rayén tenía su corazón entregado a un mapuche llamado Nahuelcura de una tribu enemiga y comenzó a sufrir por la idea de su padre.   Él la consoló diciéndole que no se preocupara, que él traería el caballo blanco que tanto anhelaba su padre y de ese modo consumarían su amor para siempre.
               Sin embargo, al amanecer del tercer día un relincho irrumpió la quietud del lugar.   Quilacura, quien había amado en secreto a Rayén sin lograr conseguir su amor,   traía lo que Huillical anhelaba.   Entonces, cumpliendo su promesa, le ordenó que fuera a la ruca donde estaba Rayén y la tomara como esposa.   Pero, ella ya no estaba  allí;  había huido con su amado Nahuelcura.
               Su padre ordenó a la tribu ir en su búsqueda.  Rayén y Nahuelcura corrierron  sin descanso entre el bosque.   Después de tres días, se vieron acorralados y su única salida fue un acantilado.  Abrazados se lanzaron al vacío, jurándose amor eterno. 
               Allí nació una cascada de agua y se dice que en las noches de luna llena se ve a Rayén peinando su hermosa cabellera.